“Santas Putas”
“Eres
ciudadana de segunda clase, sin privilegios y sin honor. Porque yo doy las platas estas forzada a
rendirme honores y seguir mi humor. Búscate un trabajo, estudia algo, la mitad
del sueldo y doble labor. Y si te quejas ahí está la puerta no estás autorizada
para dar tu opinión. Nosotros inventamos, nosotros compramos, ganamos batallas
y también marchamos. Tú lloras de todo y te quejas de nada. En la casa te
queremos ver. Lavando ropa, pensando en él. Con las manos sarmentosas y la
entrepierna bien jugosa. Ten cuidado con lo que piensas, hay un alguien sobre
ti. Seguirá esta historia, seguirá este orden, porque Dios así lo quiere, porque
Dios también es hombre”
(Los Prisioneros: Corazones Rojos)
Introducción
La imagen de mujer que refleja la
canción de este grupo chileno, es una imagen que ha permanecido en el
consciente colectivo por siglos, es una imagen que ha sido parte de la historia
de grandes culturas, tanto occidentales como orientales. En la mayoría de
sociedades estudiadas por los antropólogos, los hombres piensan que son
superiores a las mujeres “En muchas culturas, los hombres piensan que son
espiritualmente superiores a las mujeres, mientras que estas son peligrosas y
contaminadoras, débiles e indignas de confianza” (Harris, 2004).
En la historia occidental la mujer
no ha tenido una participación, por ejemplo es innegable el hecho que la mujer
prácticamente no ocupó lugar alguno en la trama del comienzo de la historia
europea, es decir, en el imperio romano. En esa época, la mujer no tenía
existencia legal. En la antigüedad romana sólo existía el poder del Pater
familias, dotado de ciudadanía plena, propietario absoluto (con derecho de vida
y muerte sobre sus hijos) y gran sacerdote.
Incluso para la religión el rol
femenino a estado segregado, solo basta leer la Biblia donde se relata en el
Génesis que Dios creó a la mujer del hombre, ésta habría sido creada de una
costilla de Adán. También para los Griegos su gran diosa de la sabiduría
Atenea, cuenta la mitología, nació de la cabeza de Zeus, el dios padre de los
griegos y desde ahí, desde ese dios de género masculino, habría procedido su fuerza
y sabiduría.
Estos hechos son concretos a los
largo de la formación cultural de nuestra civilización. Al revisar capítulo de
género y jerarquía de Harris podemos leer la fuerte diferenciación entre
géneros femenino y masculino, donde el hombre, como lo mencionamos
anteriormente, es el dominador, donde el hombre según la canción de los
Prisioneros es el que está sobre ellas, tanto que Dios el creador es un hombre.
Cabe señalar además que dentro de
esta inferioridad serán históricamente también las mujeres quienes realizaran
una de las labores más degradadas a nivel social: la prostitución, se considera
como una desviación de la normalidad moral para la mayoría de la cultura
judeocristiana.
Desarrollo
En Alto Hospicio, una localidad
situada al noroeste de Iquique en la región de Tarapacá, entre los años 1998 y
2001, se cometieron violaciones y crímenes contra catorce mujeres por parte de
un psicópata, el taxista Julio Pérez Silva.
El documental está enfocado en
estas muertes, inicia con diversas preguntas dirigidas a niños y niñas de esta
localidad acerca de sus pretensiones de futuro. En sus respuestas se desprende
la visión que poseen respecto a los roles que deben tener en la sociedad
tanto hombres como mujeres. Los niños y niñas, por cierto, saben quién está
arriba o quien esta abajo y quien domina a quien. Por ejemplo, los niños
expresan que desean ser detectives, soldados, jugadores de futbol, entre otros,
vale decir roles asociados al poder[1] ya
sea político o económico. Por el contrario, las niñas manifiestan que quieren
ser profesoras, doctoras, cocineras, roles asociados, no tanto a la dominación
sino al servicio social. Hasta en sus juegos estos niños y niñas recrean
esta dominación del hombre sobre la mujer, una de ellas expresa que “los niños
me molestan mucho”. Otra niña dice: “por qué las mujeres tienen debilidad, los
hombres son más fuertes”. Los niños y niñas hablan con total naturalidad acerca
del maltrato que reciben sus madres por parte del padre; también narran que “a veces
su mamá es porfiada y al padre no le queda otra que pegarle”.
Bajo este contexto se puede evaluar
que en nuestra sociedad chilena esté naturalizada la idea de desigualdad de
género, y dentro de ésta idea la de relacionar a las mujeres con la
prostitución, por ello no es de extrañar que en los años 90 cuando comienzan a
desaparecer estas mujeres en el norte del país se haya atribuido este hecho a
un problema social como lo llamaron las autoridades y no a un problema policial
como lo consideraban las familias de las víctimas.
De esta forma el reportaje
evidencia con las entrevistas a las niñas, que éstas desde muy pequeñas
exteriorizaban una desigualdad de género, donde normalizaban el hecho de que el
hombre fuera violento con la mujer, ubicándolo en un status superior. Por tanto
lo “malo” que le pueda suceder a una de ellas es culpa de sí misma.
La jerarquía de género
“A pesar de las variadas definiciones
de lo masculino y lo femenino, en la mayoría de las sociedades tiende a
asignarse a los hombres roles más agresivos y violentos que a las mujeres”
(Harris, 2004).
Los niños de Alto Hospicio, de
alguna manera, y tal como lo muestra el documental habían sido socializados
por sus familias con estas marcadas diferencias de género, donde es el hombre
quien tiene la última palabra. Una pequeña comenta que “al papá hay que hacerle
caso en todo lo que diga y que si él le pega a la mamá es porque ésta lo
engaña”. Con esto se manifiesta claramente la diferencia de género como una diferencia
jerárquica, donde las mujeres deben obediencia al hombre, además de criar a
los hijos[2].
El documental indica que cuando se
hicieron las primeras denuncias de desaparición de las adolescentes, las
autoridades de la localidad: detectives y carabineros, inmediatamente las
desestimaron y buscaron tranquilizar a las familias diciéndoles, por ejemplo,
"que ya volverían, que las niñas andarían por ahí, que las habían visto en
Iquique, en la playa, en Perú" o "que las niñas estarían trabajando
en cualquier cosa, ya que eran bonitas, tenían buen cuerpo y necesitan
comprarse sus cositas, que estarían prostituyéndose por ahí, pero que no se
preocupara, que ya volverían".
Nuevamente se observa una sociedad
chilena altamente machista, que discrimina y juzga no solo al género femenino,
si no también a una clase social, analizando y relacionando inmediatamente la
condición de pobreza más la condición de mujer con prostitución. En general la
desaparición de aquellas mujeres fue vista a nivel país de esta forma. Muy pocas
veces se intento salir de esa esfera de discriminación para visualizar otras
posibilidades, ya que se dejaron llevar por el consciente colectivo creado
histórica y culturalmente, que ubica al género femenino por debajo del
masculino y que además lo relaciona con la prostitución. “No se puede pensar
que una mujer joven y bonita, pero pobre, pueda ganarse la vida de otra forma
que no sea prostituyéndose” era lo que pensaba la gran mayoría, señala la
antropóloga Dra. Jimena Silva entrevistada en el documental.
Así se consideró este suceso, como
un problema sociofamiliar, donde la prostitución habría sido la acción que
utilizaron aquellas mujeres para sobrellevar su carencias afectivas y
económicas. Este suceso fue observado a nivel nacional como un hecho inmoral
donde la supuesta prostitución de las desaparecidas había destruido su carácter
de mujeres inocentes. Y si hubiera sido cierto el hecho de que esas mujeres
fueran unas “putas” no se logró llegar al análisis de que aquella prostitución
fuera una acto de violencia contra las mismas o un acto de maltrato a
consecuencia del sistema económico bajo el que vivían. Solo se les juzgo y esto
demuestra el carácter discriminatorio y la visión de inferioridad espiritual,
cívica y social de las mujeres frente a los hombres.
Conclusiones
Una vez
vistas y analizadas las fuentes de información se reafirma tajantemente que las
diferencias de género existen desde los inicios de la humanidad, dando siempre
la primacía al sexo masculino.
El
documental realizado por Verónica Qüense muestra claramente una situación de
discriminación, negligencia y falta absoluta a los derechos inalienables de los
seres humanos, en este caso concreto, mujeres que fueron víctimas de un sujeto
que presentó conductas desviadas y patológicas y del actuar de la población
chilena (tanto civiles como las instituciones encargadas de hacer cumplir la
justicia) quienes no fueron capaces de resolver este contexto dramático de
manera digna, y porque no decirlo, de manera más humana.
Desde el
punto de vista psicológico ha sido realmente estremecedor el manejo de la
conducta predictiva del psicópata ya que él escogió a víctimas “irrelevantes”
socialmente hablando, con las cuales logró efectivamente cubrir por años sus
crímenes con nada mas que el prejuicio. Cuestión que nos debe hacer
reflexionar, en cuanto a que nos dejamos influenciar por las apariencias frente
a las circunstancias. Pero lo más grave fue que nuestras autoridades se
dejaron, no sólo seducir por esas apariencias, sino que peor aún, manifestaron
la más baja indiferencia ante personas que social y económicamente no les eran
importantes sólo por el hecho de ser pobres y adolescentes. Esto se convirtió
en un asunto de carácter ético que debería llevarnos a cuestionar la conducta y
procederes de las autoridades institucionales y de las autoridades políticas,
pero también desarrollar una profunda reflexión sobre el asiento de nuestra
cultura nacional.
El texto
desarrollado por Harris y el documental visto dan cuenta claramente de las
nefastas condiciones a la que están expuestas millones de mujeres en el mundo
entero, solo por haber nacido hembras. De hecho, la discriminación de género,
por ejemplo, se puede aplicar en el ámbito del trabajo creando entre otras
cosas, mucha rotación de empleadas y ambientes de trabajo que no propician en
lo absoluto la salud mental de las mujeres. Es sabido también que esta
diferencia insta al acoso y en algunos casos a la violencia en los distintos
lugares de desempeño de oficios o profesiones.
Así
concluyendo podemos añadir aunque parezca una reiteración, que la única manera
de transfigurar una cultura sin ánimos estéticos y buscar una esfera de
igualdad total entre ambos sexos, es una profunda enculturización en la ética
social, lo cual se debe realizar por medio del sistema educativo, si bien, se
ha dejado a la familia esta tarea, los resultados no manifiestan avances
contundentes en dicha responsabilidad. Por ello debe ser una labor de estado,
como sucede en muchos países desarrollados, porque la cuestión de la sociedad
no es responsabilidad de los actores sociales solamente, sino de los entes
reguladores de la cultura nacional, precisamente, por ser una cuestión de
carácter nacional, son ellos quienes deben buscar que no se vuelva a repetir el
triste episodio del Alto Hospicio.
Por
último, es claro enfatizar que en las sociedades "modernas" y
malamente llamadas "civilizadas" las víctimas de estas problemáticas
tienen todo el derecho a presentar demandas judiciales para recuperarse de los
daños, maltrato y vejaciones a las que son sometidas como consecuencia de las
prácticas discriminatorias. El rol de toda la sociedad y de los organismos e
instituciones, en este caso chilenas, es velar por el cumplimiento de estos
derechos, transfigurando antiguas ideas de primitivas creencias, ideologías,
pensamientos y sentimientos imperantes en el panorama social del país.
Bibliografía.
Harris, M. (2004)
"Antropología cultural". Capítulo 22 (género y jerarquía). Séptima edición.
[1] Como señalan los Prisioneros en su canción “Nosotros inventamos,
nosotros compramos, ganamos batallas y también marchamos”
[2] Como señalan los Prisioneros en su canción “En la casa te queremos
ver. Lavando ropa, pensando en él. Con las manos sarmentosas y la entrepierna
bien jugosa”.
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